Vení, te voy a hablar de lo que es pasión.
Habrás escuchado nombrar mucho a Boca en tu vida. Muchos comentarios maliciosos, por supuesto. Boca siempre genera envidia. No la institución en sí, porque la institución es un edificio. Genera envidia su gente, enloquecida por los colores que esplende en el pecho de los once soldados que ingresan a la cancha, enloquecida por la arquitectura semejante a un templo que se hace llamar ''la Bombonera'', enloquecida por todo eso que forma parte del club que son hinchas. Genera envidia este sentimiento inflexible que no conoce de resultados. Y los mortales sedientos de rutina y siervos de la sociedad exclaman en sus pensamientos, con voz incrédula: ''¿Cómo hacen éstos para en las malas alentar como si ganaran por goleada?''. No lo saben. Y eso los lastima. Eso les duele. Por lo cual, originan mentiras y contradicciones con el fin de hacer infeliz al ser que parece ser el más feliz del mundo, siempre.
Esa es la pasión: estar siempre, incluso (y más que nunca) cuando el infierno arde y quema todo.
Habrás escuchado hablar mucho de Boca. Y no solo lo escuchaste nombrar de labios grises. Están los fanáticos, los lunáticos, los pacientes del amor que los atiende todos los fines de semana, como si fuera el doctor de una enfermedad que no se curará nunca. Boca es la enfermedad. Y también la cura. Los amantes del Xeneize te dirán de todo. Con la mirada perdida en el cielo, contemplando las estrellas amarillas y el cielo azul, que se viste con los colores de su eterna novia, te explicarán lo que para ellos significa Boca. Y cuanto más te expliquen, más incomprensible te resultará. No cualquiera vive con esta sangre y el latido de este corazón.
Pero entre las cosas que te explicará el hincha de Boca, de las cosas que vos nunca vas a entender, hay algo que queda en claro, algo que sabés que es inmaculado y legítimo: la pasión que te transmite el bostero con cada palabra que desliza. Palabras cargadas de emociones indescriptibles, presos de narrar lo inenarrable. La pasión es lo único que entenderás.
Porque eso también es pasión.
Pasión es lo que demostró el hincha de Boca ante Deportivo Capiatá. No hubo un segundo en que la hinchada no se escuche, y si hay alguien que se anime a contradecírmelo, que lo haga. Cuando el resultado se tornó oscuro, la Bombonera brilló más que nunca. Y esa cualidad no se ve en otro lado.
Parecerá que la batalla terminó. Que los soldados no pudieron complacer a la nación que juraron sin palabras hacerla llegar a donde merece. Y es que el pueblo de Boca es la nación más grande del planeta. Pero no es así. Esta batalla no terminó. El jueves que viene iremos allá, a Paraguay, para demostrar por qué la expresión ''Esto es Boca'' repercute tanto. Les demostraremos qué es Boca.
Les demostraremos que somos el Gigante de América. Y que venimos a recuperar lo que nos pertenece.