Con el paso del tiempo, te vas dando cuenta qué amistades son de verdad, cuáles han valido la pena perderlas y cuáles han valido la pena mantenerlas. También te vas dando cuenta que no cualquiera se merece tu confianza, que antes de hablar tendrías que ponerte una contraseña dependiendo de con quien estés hablando y que no todos tus secretos van a ser guardados.